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Archivo para lunes, 10 de octubre de 2011

Haydé la escritora

lunes, 10 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Cuando muere la esposa de un escritor, la noticia se siente más. Y cuando ese escritor ha estado vinculado al afecto, y además a la ciudad y al país, es como si algo se rompiera en la intimidad. Digo esto a propósito de Haydé Londoño de Jaramillo, esposa de Euclides Jaramillo Arango y dama prestante de la sociedad de Armenia.

Repasando en estos días las páginas de Mi Revista me encontré con una hermosa portada donde aparece la dama que acabamos de enterrar. El número corresponde al 20 de octubre de 1934 y allí se destaca la figura juvenil y espléndida de quien más tarde uniría su vida a la de Euclides Jaramillo Arango.

Además tenía vocación de escritora. Escribió con frecuencia en los periódicos locales. De pronto se silenció, y era que había caído enferma. Ya nunca superaría su mal. Su estilo era claro y desenvuelto. Le gustaba comentar los sucesos de actualidad y lo hacía con gracia y a veces con sutil ironía. Prefería mantenerse oculta, quizá por el temor muy explicable de estar casada con un escritor brillante.

Es posible que en otras condiciones hubiera llegado a ser una escritora notable. Esto lo digo con perfecta noción de mis palabras, conocedor como soy de su absoluta libertad para expresar su propio estilo. No podría decirse que tenía ninguna dependencia con la literatura de su esposo, y sí, en cambio, que cultivaba con discreción una vena que no logró desarrollar a su pleno gusto.

En los periódicos de la ciudad figuró durante buen tiempo un espacio que se titulaba La columna de Haydé.  Ella tomaba su actividad como un hobby al que le restaba toda trascendencia. No hay duda de que gozaba escribiendo.

Hace poco fui a visitarla en su lecho de enferma. Estaba postrada, pero lúcida. Sabía yo de su lucha contra una tenaz enfermedad y la animé a que volviera a enviar sus notas a los periódicos, como una terapia para disipar sus dolencias. Me prometió hacerlo, pero bien me imaginaba que eso ya no era posible en su espíritu perturbado.

No todos coincidirán conmigo en que tenía calidad de escritora. Tal vez una excepción sería Euclides. Ese, de todas maneras, es mi concepto. Me parece entender que Haydé, en sus largos días de unión con el escritor famoso, halló ambiente en la literatura.

No siempre las facetas humanas están a la vista de los demás. A veces nos morimos como verdaderos desconocidos. Diré que me gustaba la manera como ella escribía, puede que sin demasiada hondura pero sí con expresividad y ameno estilo.

Cuando la sociedad de Armenia le rinde homenaje a la dama que un día brilló por su belleza, yo me acuerdo además de la escritora; y si no lo fue en la plena afirmación del vocablo, ha debido serlo. Esto de asociarla como colega a su esposo escritor, resulta una manera de expresarle a él, lo mismo que a sus hijos, nuestra sentida solidaridad.

La Patria, Manizales, 21-IX-1980.

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Una guerrillera de 16 años

lunes, 10 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En enfrentamiento del M-19 con la policía quedó eliminada, en oscuro túnel de Bogotá, una pareja que no temía a las balas de la ley. Se dijo que entre los dos existía un pacto suicida. La policía informó luego que había tenido que acribillarlos por no obede­cer la orden de rendirse.

Sea lo que fuere, y para el caso es lo mismo, allí quedó cubierta por su misma sangre una muchacha de 16 años. Aparecía como una mujer anó­nima por no llevar papeles de identi­ficación, y ni siquiera se suministró su posible edad. Y era que la frágil criatura estaba ahora desfigurada, chorreante de sangre y hecha jirones por la balacera. No se asemejaba en nada a un ser humano y menos, muchísimo menos, a la dulce niña que le correspondía serlo en la dorada edad en que todavía no son posibles las pesadillas.

Pero ella cambió el camino lógico del plantel educativo y del alegre discurrir de la juventud inocente, por el frenético y endiablado de las armas y la insurrección. En alguna vuelta del camino se prendió al compañero se­ductor, el que nada bueno podía ense­ñarle si ya había vulnerado la des­prevenida doncellez de quien apenas estaba abriendo los ojos a la vida. Puso en sus manos infantiles el arma vo­luminosa y antes le inoculó veneno contra la sociedad.

Y ella, la pobre doncella violada en su destino de mujer y en la paz de su mente asalta­da, voló por las rutas de la locura… Quedó cercada en el túnel sin salida, como el que ella misma se había buscado. Prefirió el llamado de la insensatez al ruego clamoroso de la madre que se esforzaba por no perderla.

Hoy la madre atribulada, una más de las que tienen que cubrir con sus lágrimas el camino torcido de la ju­ventud errátil, choca contra un cuadro aterrador. Las lágrimas se secarán en sus ojos de tanto pensar en el drama de esta guerrillera, ¡su propia hija!, que escogió la muerte por no ser dócil. Es una guerrillera de 16 años, y más parece un juego infantil que algo cierto.

Ante los ojos del país queda chorre­ando este cuadro infamante de la pequeña colegiala que se sumó a la guerrilla sin saber en qué consistía. Sabría, cuando más, de la naciente sensación amorosa, pero le faltaron guías para orientar las pulsaciones del corazón. Desorientada y trémula, ig­norante y frustrada, se fue con el que primero se lo propuso. Después de hacerlo, también era fácil empuñar la metralleta, si su héroe sería su maestro.

Acaso pase inadvertido este caso entre tanto episodio de sangre, lá­grimas y destrucción que conmueve al país. Pero no es un hecho cualquiera. Es la sociedad la que produce estos delincuentes que después llamamos monstruos. El germen puede repro­ducirse en cualquier hogar que no sepa formar la juventud.

Entre los captu­rados figura, sin nombre propio, y tampoco es necesario que lo revelen, el hijo de un almirante de nuestra Ar­mada. Los hijos, después de acos­tumbrarse a vivir sin padres, son capaces de todo. Los lujos, las extra­vagancias y la falta de disciplina los harán rebeldes. Y frustrados, que es peor. Cuando se van de las manos, ya no será posible recuperarlos.

La Patria, Manizales, 30-IX-1980.
El Espectador, Bogotá, 8-X-1980.

*  *  *

Comentario:

Yo tengo algo que de alguna manera es también suyo. Usted escribió una columna en El Espectador el 8 de octubre de 1980. Me impactó tanto, que la tuve seis años rondándome la mente, sabiendo que no me desprendería de ella hasta que escribiera una novela sobre el episodio que cuenta. En 1987 la escribí, y desde entonces, muy contento y realizado, la escondí en mi biblioteca. El  epígrafe de la novela es su columna, que para el lector avisado ha de permitirle comprender el texto que por lo demás es ahistórico: no tiene personajes con nombre, ni lugares, ni fechas.

Solamente una persona, la escritora Sonia Truque, la leyó en aquella época, por encargo profesional de darme un concepto. Ahora que lo he reencontrado a usted en las páginas de El Espectador, he pensado que la otra persona que debe leerla es usted, de alguna manera coautor. ¡La novela más leída del mundo! ¡Va a completar su segundo lector en veintiún años! Luis Carlos Domínguez, Bogotá, 29 de septiembre de 2008.

 

El Cuerpo de Bomberos

lunes, 10 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Nos hemos acostumbrado al Cuerpo de Bomberos como algo natural, que casi no se nota. Si no lo tuviéramos, lo estaríamos extrañando. Este voluntariado significa para las ciudades una defensa permanente contra riesgos comunes, como el fuego, el agua, los percances callejeros, y los extremos, como los terremotos, los envenenamientos masivos o las inundaciones.

El bombero es un vigilante que avizora los peligros y está listo para cualquier emergencia. Expone su vida por salvar la vida de los demás. Preparado para luchar contra las llamas, el humo, los gases y toda clase de imprevistos, su sentido de la solidaridad no lo detiene ante ningún obstáculo.

Hemos visto que gracias a su acción, por lo general intrépida, se salvan vidas y se recuperan propiedades aun en las condiciones más adversas. Es un ser sufrido e incluso ignorado. Las llamas, que nada respetan, devorarían una ciudad si no existieran medios y hombres idóneos para contrarrestarlas. Es el bombero un elemento valiente y disciplinado, forjado para el combate y dotado de gran sensibilidad social. Por eso, su actividad es un sacerdocio.

Es elemento cívico de primer orden. En es­tos días ha estado presente en dos actos dignos de aplauso. El primero, acompañando el desamparo del hijo del fundador de Armenia, muerto en completa pe­nuria económica y en lastimosa soledad. Sin amigos ni parientes, por poco se le entierra como un anónimo mendicante. Su padre, el legendario Tigrero, tumbó montaña y desafió contratiempos para plantar el case­río que después sería nuestra brillante ciudad; y su hijo por poco no encuentra sepultura.

Un decreto de la Alcaldía se acordó de él, cuando ya no lo necesitaba, y esto luego de haber sido rescatado su cadáver por el Cuerpo de Bomberos. Lo condujo a su última mo­rada entre sirenas y cortejos que bien se merecía, y en esto se tomó la vocería de Armenia para proclamar que el hijo de su fundador no podía desaparecer entre la indiferencia.

El segundo acto fue en el viejo cementerio, cuando impidió que los restos de don Vicente Giraldo se fueran a la fosa común por carecer de dolientes. ¿No  es Ar­menia la beneficiaría de la capacidad de este hombre emprendedor? La memoria de las ciudades es a veces despiadada. ¿Dónde, a propósito, hay un mármol digno de quien modeló una pujante ciudad? Menos mal que el Cuerpo de Bomberos llegó a tiempo para desviar el curso indigno de la ingratitud.

Nos acordamos de que la ciudad tiene defensas cuando oímos las sirenas vigilando las amenazas que se ciernen sobre la vida y los bienes. Pero la memoria falla respecto de quienes permanecen en vigilia las 24 horas del día esperando el llamado de socorro de la comunidad y expuestos a los rigores de este oficio arriesga­do.

La Patria, Manizales, 13-IX-1980.

Frente a una urbanización

lunes, 10 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

El Instituto de Crédito Territorial iniciará pronto la urbanización La Adiela. Serán  seiscientas viviendas para gente pobre, por el sistema de autoconstrucción. La sola noticia ha provocado en Armenia una movilización masiva para conseguir de Catastro la boleta donde se certifique que el peticionario no posee finca raíz.

Durante varios días las oficinas de Catastro se vieron asaltadas por multitudes de ilusionados aspirantes que desde tempranas horas del día  comenzaban a llegar al sitio. Las filas crecían conforme avanzaban las horas, y se replegaban alrededor de la cuadra como si su propósito fuera acorralar una esperanza de vida.

El problema fue ganando tales proporciones que más tarde tuvo que intervenir la policía para controlar desórdenes callejeros. Nadie quería ceder un milímetro en el turno tan duramente defendido. El comercio vecino, lo mismo que una corporación de ahorro y vivienda, quedaron bloqueados.

El agolpamiento de solicitantes de la simple boleta suscitaba verdaderas dificultades de orden público. Se pagaba dinero, inclusive, por cuidar el puesto desde las primeras luces del alba. Según se alargaban las colas, crecía la impaciencia. En todas las miradas se notaba extraña mansedumbre que en el fondo contenía indignación. Era una protesta callada y un impresionante testimonio social.

Vendrá después el reparto de las solicitudes. Volverá la afluencia de gente, ya con la certifica­ción de que no se posee finca raíz, como si esto no se llevara dibujado en la cara. Alguien que conoce estas cosas me dice que para las seiscientas viviendas se presentarán, por lo menos, diez mil solicitudes….

Son seiscientas expectativas. Diez mil jefes de hogar (alrededor de sesenta mil personas) soñarán en adelante con la utopía: vivienda propia. Y además, vivienda económica, porque esta costará menos de $ 20.000.

Son casas inhabitables. El barrio tendrá que trabajar duro a fin de volverlas aptas para cubrir las necesidades mínimas. Esto no importará, con tal de tener techo. Habrá alcantarillado, agua, luz y de pronto calles asfaltadas. ¡Todo por menos de $ 20.000!

Ese es el costo de una bicicleta. Por eso la gente se apretujó frente a Catastro, y no con caras risueñas, sino amargadas.

Estamos ante un problema dantesco. Si para seiscientas viviendas de estas condiciones se moviliza toda una población en esta ciudad, ¿qué pasa en Colombia? Estas caravanas de «destechados» que tocan días enteros ante una oficina para que les certifique su insolvencia económica está demostrando a las claras el mal reparto de la riqueza. La Adiela, más que una urbanización, es un grito social.

La Patria, Manizales, 8-X-1980.

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El reto de “Agrupar”

lunes, 10 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Conforme se aproxima la fecha de instalación del nuevo Concejo, aumenta la expectativa sobre el desempeño que habrá de tener el movimiento cívico conocido con el nombre de Agrupar. Su futuro, que es incierto, depende de la habilidad con que actúe frente a los problemas locales. La gente votó por ese  grupo convencida de que así rompía con los vicios de una comunidad atada a los caprichos de los políticos.

Armenia necesita pensar en grande y, para hacerlo, ha de enderezar esfuerzos hacia la obtención de obras de desarrollo. Se ha dejado pasar mucho tiempo improductivo sin ninguna planeación eficaz. En lugar de impulsar el urbanismo con obras de significación, los políticos viven trenzados en discusiones atrofiantes que desembocan en menudos afanes burocráticos.

En cambio, no se ve, por ejemplo, ningún interés por dotar a la ciudad de vías amplias. Armenia ya no cabe en sus actuales linderos. La carrera 19, que se proyectó sin mayor visión, será una solución a medias. El urbanismo necesita mayor agresividad para que sea generador de progreso.

Hemos visto que Armenia está marginada de una participación importante en los recursos del Fondo de Desarrollo Urbano. Mientras otras ciudades se han beneficiado de partidas vigorosas para adelantar planes de significación, la nuestra ha conseguido apenas cuotas que pueden considerarse irrisorias. Y no ha podido administrar siquiera esas escasas contribuciones. La deuda está vencida hace tres años y re­cargada, por falta de cumplimiento, con fuertes intereses.

Agrupar deberá compenetrarse de la necesidad del cambio. Con esa idea del cambio consiguió mu­chos votos, más de los buscados y de los presentidos. Como alianza neutral tiene la ventaja de volverse de­cisiva si sabe enfocar con acierto su acción. Sin ser un grupo partidista, su sentido es político, y no de otra ma­nera se entiende el servicio a la comunidad en su exac­to significado. Manifiesta que no va detrás de puestos, pero como fuerza que es de la ciudad debe estar re­presentada en la administración.

Agrupar se prepara en buena forma para el futuro que ya se le vino encima. Se impuso sus propios es­tatutos, su propia disciplina, y cuenta con asesores expertos que conciben los pasos necesarios para el de­sempeño acertado. Las personas ungidas con el voto popular: Fidel Botero Vallejo, Doloritas Jaramillo de Jaramillo y Henry Pineda Rodríguez, para el Concejo, y Alberto Gómez Mejía, para la Asamblea, representan un cuadro equilibrado para el manejo de una estrate­gia  nada fácil. Son voluntades comprometi­das con los problemas de su ciudad, que los conocen a fondo y que además tienen penetración en todos los sectores.

El reto es grande. Del resultado de esa gestión, que el público espera con ansiedad, dependerá que el elec­torado aumente, como cabe esperarlo. Ojalá que no suceda lo contrario, ya que la ciudad no puede seguir bailando en la cuerda floja y viviendo de frustraciones.

La Patria, Manizales, 14-IX-1980.

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